Las pequeñas y medianas empresas (pymes) agroalimentarias rurales desempeñan un rol clave en la seguridad alimentaria y las economías locales de Bolivia. Sin embargo, muchas de ellas enfrentan serias dificultades para acceder a energía confiable, asequible y adecuada para sus actividades productivas, aun cuando se encuentran conectadas a la red eléctrica.
Si bien Bolivia ha logrado avances significativos en electrificación rural —con cerca del 66 % de los hogares rurales conectados a la red—, esta conexión no siempre garantiza energía efectiva para la producción. Las pymes agroalimentarias requieren electricidad para tareas como bombeo de agua, aireación de estanques, refrigeración y congelado, molienda, secado y calentamiento de agua. En la práctica, la energía suele no llegar al lugar de trabajo, no tener la potencia necesaria o presentar cortes frecuentes y fluctuaciones de voltaje que afectan los procesos productivos y dañan los equipos.
El estudio identifica tres cuellos de botella recurrentes. En primer lugar, la disponibilidad, ya que los medidores suelen estar ubicados en las viviendas mientras que las actividades productivas se realizan a cientos de metros de distancia, lo que genera caídas de tensión y limita el uso de motores y bombas. En segundo lugar, la confiabilidad y calidad del suministro, con cortes prolongados —especialmente en temporada de lluvias— y variaciones de voltaje que interrumpen la producción. Finalmente, la asequibilidad, ya que los costos de la energía pueden representar una proporción elevada de los ingresos, y las tarifas disponibles no siempre se adaptan a la estacionalidad de la producción.
Frente a estas limitaciones, muchas pymes recurren a estrategias de emergencia como el uso de gasolina o leña, la venta anticipada de productos a menor precio, el subuso de equipos o el aumento del trabajo manual. Si bien estas soluciones reducen riesgos inmediatos, a largo plazo elevan costos, reducen la productividad y aumentan la carga de trabajo.
En este contexto, los sistemas solares descentralizados —principalmente sistemas fotovoltaicos de pequeña escala— emergen como una alternativa viable para mejorar el acceso efectivo a la energía. Cuando están correctamente dimensionados e instalados, estos sistemas pueden reducir costos operativos, mejorar la confiabilidad del suministro y estabilizar procesos productivos clave.
El análisis muestra que los sistemas solares funcionan mejor como un complemento a la red eléctrica, más que como un reemplazo total. Son especialmente efectivos para la aireación de estanques y el bombeo de agua, el riego diurno, la refrigeración modular de productos agrícolas, el secado y la molienda, así como para iluminación y pequeños motores en tareas de procesamiento.
Para que la energía solar genere impactos sostenidos, deben alinearse tres condiciones fundamentales. La primera es un adecuado ajuste entre la tecnología y el servicio, es decir, equipos adaptados a las necesidades productivas y al contexto local, incluyendo mejoras en el cableado interno y la protección eléctrica. La segunda es el acceso a información y asistencia técnica inclusiva, que permita a productores y productoras especificar, operar y mantener los sistemas, incorporando a mujeres y jóvenes. La tercera es contar con financiamiento adecuado, alineado con los calendarios productivos y que cubra no solo los equipos, sino también los costos del “último tramo”, como conexiones internas y mejoras en los medidores.
Los beneficios de estos sistemas van más allá del sitio de producción. La reducción del uso de combustibles, el aumento de la productividad y la mejora en la calidad de los productos permiten mayores ingresos, re-inversión en activos productivos y mejoras en el bienestar de los hogares. Además, el monitoreo digital de los sistemas solares abre oportunidades para mejorar la conectividad y reducir brechas digitales en zonas rurales.
Garantizar una transición energética justa en el ámbito rural requiere ir más allá de ampliar las conexiones eléctricas. Implica diseñar soluciones pensadas para la producción, coordinar políticas energéticas y de desarrollo rural, adaptar tarifas a la estacionalidad y ofrecer financiamiento que responda a las realidades de las pymes agroalimentarias. En este marco, los sistemas solares descentralizados pueden transformar el acceso nominal a la energía en una verdadera capacidad productiva, fortaleciendo las economías rurales y la seguridad alimentaria en Bolivia.
Conoce más sobre la transición justa descargando nuestro informe.
Diseñando una estrategia integral para la incorporación de los Sistemas de Energía Renovable Descentralizados e Inclusivos (SIERDIS) en Bolivia
IDRC | Como parte de los esfuerzos de desarrollo y asuntos exteriores de Canadá, el IDRC invierte en conocimiento, innovación y soluciones para mejorar las vidas de las personas en el mundo en desarrollo.
BARILOCHE:
Av. Bustillo 9500, R8402AGP, BRC , RÍO NEGRO
+54294 446 2500 /1186
BUENOS AIRES:
Piedras 482 2do H, C1070AAJ, CABA
+54 11 4331 2021/2023
BOLIVIA
IMMERSIVE CONSULTING GROUP S.R.L.
Plazuela Quintanilla y Av. Papa Paulo # 1074 Centro Empresarial Attura Cochabamba
+591- 4 – 4010856
© All Rights Reserved. - Generis Generación con energías renovables inclusivas